El pequeño comercio es negocio y es servicio. Es negocio en la medida en que los comerciantes no tenemos objetivos más claros que la rentabilidad; esa búsqueda y ese trabajo constante son lo que permite mantener nuestros establecimientos abiertos.

Pero sobre todo, es servicio. Da servicio a las demandas sociales, da sustento a las familias con los puestos de trabajo que mantiene, ilumina las calles y los bajos evitando la proliferación y abandono de zonas marginales e incrementando la percepción de seguridad para ciudadanos y turistas. Colabora con la economía de nuestros ayuntamientos y ciudades con el pago de tasas e impuestos. Es seña de identidad de nuestras ciudades e importante reclamo turístico.

Es, por tanto, responsabilidad de las Administraciones poner en marcha medidas de apoyo al comercio local para que estos negocios continúen abiertos y puedan seguir prestando estos importantes servicios.

Así pues, exigimos a la Administración Autonómica la inmediata puesta en marcha de medidas concretas que favorezcan la sostenibilidad de nuestros negocios, como es la instauración de la fecha del Día del Padre, 19 de marzo, como festividad autonómica y como motivo de celebración por ser, primero, un revulsivo económico indudable para todos los sectores y, segundo, una tradición social y familiar en nuestra cultura. Este motivo de celebración será siempre un motor económico que cada vez es más necesario para sostener nuestro sistema y lo que ello conlleva.

A la vista de las infructuosas políticas en materia de comercio, los comerciantes planteamos esta medida concreta “declarar festivo autonómico con carácter permanente el Día del Padre”, dado que supone rentabilidad absoluta, pues siempre que hay movimiento de la economía favorece a todos los sectores económicos y sociales, y todo lo que de ello depende, además de conservar una tradición en nuestras familias y hogares.